2.01.2007

adormecido

Adormecido el día se adivina
como una condena tras la bruma,
esta luz traicionera entre tinieblas
que viene a poblar mis preguntas de respuestas,

La noche, borrosa, queda atrás,
escondido su manto bajo el suelo,
con su mentira de estrellas me recuerda
que piso yo en la tierra
y no en el cielo.

A la duda que abrigó la noche
le pone broche el día y la desnuda.
Prefiero acogerme a la mentira y a su enmienda
para que el corazón no sepa nada
y nada entienda.


Porque esta pena renace cada día
y ahogada tengo esta coartada de esgrimirla
me sumo a la agonía porque yacen
muertas las poesías de estas manos
tan cansadas de escribirlas.


Me da la sombra lo que el Sol me quita.
Porque la noche cubre, al fin, y desescombra
las ruinas que la luz dejó en este jardín
donde me sobran
veintidós primaveras tan marchitas.

No es por obvio este dolor más llevadero
ni por largo este insomnio una costumbre.
Por llorar no es este hombre menos hombre,
ni esta boca es menos boca
por no reír y no acordarse de su nombre.

Quiero caminar por anchas calles de ignorancia
y no saber que la risa se extingue y que se muere.
No quiero saber el porqué de este castigo
ni entender por qué mi corazón ya sólo quiere
recordar que nunca estuvo vivo.

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