11.30.2010

Penúltimo día de noviembre

- Esta mujer está muy enferma, hay que llevarla a un hospital.
- ¿Qué es doctor?
- Un edificio grande lleno de enfermos. Y a veces no hay camas.





Hay que contar
con que las personas son personas
o que hay días que cavernas
con un sinfín de sombras confusas
aullando al otro lado.

Indefenso
ante la monotonía invernal y otros azares
dejo que me roben la cartera
vuelvo a casa, anulo mis tarjetas
y sólo aguanto ante la tele
hasta el tercer gol del Barcelona.

Ya lo sé, no me hago cruces,
peor es estar sin casa o compañía
con el frío
y este hermoso diciembre que nos coge
como cada año
con el pie medio torcido.

Ya lo sé
yo aún puedo permitirme
tener sueños y tabaco.
Y quejas banales.
La vida me sonríe.

Pero a cada uno
acaban por picarle sus pelotas.

Ya al final del día
que tuvo hermanos más alegres
es difícil de explicar la tristeza,
la melancolía de aviones surrealistas
y agentes de policía en VHS.
La carcajada
que se me ha muerto en el pecho
con la neumonía que ha matado a Leslie Nielsen.

Eso sí que ya
no venía a cuento.

11.29.2010

Odios modestos

Sin distinción
veo a todos esos viejos en la tele
a los Pinochet, los Franco
los Stalin
ese personaje lamentablemente cómico
que es Hitler.

Veo a De Juana
veo a todos esos grimosos coreanos
vestidos de Rambo
exhibiendo cabezas nucleares.
O al loco ese de Irán.
Qué miedo tú.
O al pederasta ese de Austria
a los yanquis gordos que compran metralletas.

Al violador del chándal.
Bueno, en fin
todos esos monstruos que salen en la tele.

Los veo
y me invade la ensoñación poco probable
de contratar un par de negros empapados en crak
que practicaran el medievo con sus culos.
Qué hermoso sería para entonces
tener una katana.

Lo que pasa es que al igual
que ciertas desgracias, ciertos odios
me quedan demasiado lejos.
Uno se desapasiona.

Pero así, de diario
a los padres de los niños
que gritan en el cine
a los que me hacen partícipe
de su reaggeton con el móvil
sobre todo a ese vecino
incapaz de dar las buenas tardes
qué ganas tan plausibles
tan cercanas
de arrimarles una hostia.

Y eso que yo
soy un tipo pacífico.

11.25.2010

Sabe, doctor

Hago que leo
pero recuento matrimonios
de ancianos con radiografías
y pocos planes de futuro.
Huelen a casa corriendo
a cena, a sopa caliente
a pieza de fruta
a abrígate que ya refresca.


Yo solía
entrar en los hospitales de otra forma
tras despeñarme jugando al escondite
o después de rematar el aparador de la entrada
buscando mis coches.
O tras los cuchillos.
Tras la bici.
Tantas veces tras el fútbol.
Con la cabeza alta
y los tobillos rotos.


Yo solía ser joven.


Y ahora me veo temblando
cuando se abre la puerta y oigo
mi nombre, cuando el doctor me dice
vamos a cortar por aquí y por aquí.
Cuando dice anestesia.
Cuando dice análisis. Sobre todo
cuando no encuentro carrera
que justifique tanto punto, por qué
si yo esta vez no he tropezado.


Para qué tanta cicatriz
tanta costura si en verdad
nadie ha dado nunca con la herida.


Adiós doctor.
Sabe
yo solía
salir de los hospitales de otra forma


11.22.2010

Espe

Lamento el vocabulario
pero es tan prosaico, tan poco poético
tan incómodamente doloroso
este malestar anal que a veces
despierto como si acabara de pasar la noche
con un negrazo de ébano y serpiente
de Alabama. Muy bocú.


Vuelvo a lamentar lo explícito de mi comentario.
Es que sufro en silencio.


Pero es los viernes
que se me alegra un poco el corazón.
Me cambian las perspectivas
o mejor dicho la perspectiva
e igual que si estrenara gomas
como un tirachinas la existencia
me lanza en un vuelo por el que mundanamente
y a mi manera, transito feliz.


Porque hoy se puede
con todos los dolores.
Hoy la popa es la popa
e inevitablemente y por nomenclatura
acabará por quedar donde le corresponde:
detrás.
Porque hoy recogeré hojas
de todos los colores.
Me comeré algunas.
Me fumaré otras.
Quizás en otras escriba
algo que merezca la alegría.
La pena en su vertiente más azucarada.


Hoy estamos vivos.
Me gustaría hacer cosas de vivos.
Saber
que a través del filtro del cuerpo pasajero
la vida no es un regalo
sino un ala delta
y que de mi cintura cuelga
una bolsita donde como canicas de goonies
guardo piedras preciosas que recojo
y que calientes miro y acaricio
como un latido tangible
entre todos los ratos de ataraxia.


Que nadie discuta mi alegría.
Mi esperanza es grande, lo sé
es ella
quien hoy acaricia mi barba.


Esteban, sonríe!
Y eso es lo que hago.

11.08.2010

Revelación

Me he comprado un libro que tiene buena pinta
tengo el móvil lleno de chorradas
cuatrocientas mil canciones en la mano
y de paso hay un repartidor de gratuitos
que a veces traen también un caramelo.


Ni con esas es buen primer sitio del día
este autobús abarrotado. Con los perfumes
las mochilas y la vida con tanto olor a sábana
y a lavabo de niña y a viejos
que me pregunto dónde coño irán siempre tan temprano.


Ni siquiera con estos profundos pensamientos
es buen sitio.
Aquí la gente es blanda
parecen una sala de estar incómoda y andante
recuerdan el papel que ayer dejaron
siguen siendo la misma estúpida marea
donde se pierden los brillantes y los sueños
y aún las comisuras llevan leche
y olor a cigarrillos infantiles.


Es incómodo pensar que uno
se podría estar muriendo entre toda esta gentuza
sin haberte dicho apenas
que te quiero
que me perdones el pesimismo, que tú ganas
que la vida es un lugar maravilloso
que gracias
sobre todo por mirarme de esa forma.


Y es que es tan tierno
que tú también existas a esta hora
hecha un ovillo
que hasta decir mundo se vuelve soportable
y yo necesito bajarme en la siguiente
descalzarme y correr hasta tu casa
entender que la injusticia y que la prisa
sean sólo esto, que tú existas
y que yo sea incapaz de vivir siempre.