5.28.2010

Quién dijo cien

Equipo de tarde con piolé
saco, agua fresca
ya sabe dónde vamos a dormir
o al menos sabe
que dormiremos bien y juntos
ante la orilla
de sal o asfalto
en el desierto o el bosque
en las ruinas que visita
mientras yo madrugo
y tengo que vestirme
al menos sabe eso
tan importante.


Manta bastón rueda
piloto de perfiles
toda ella
la media sonrisa
la media nariz la media boca
la mano derecha que de reojo me busca
en ese poco tanto tiempo
que ha llenado los televisores de nieve
en el blanco y negro de las fotografías
y los recuerdos de las nueve de la tarde.


Redondez de arista
no sabe
que ya he preparado la ropa de mañana
que suelo comer solo cada día
que me duermo en el metro
leyendo
a veces muy cansado
pensando en ella.


No sabe
que han congelado los salarios
que me he cortado el pelo
que estoy pensando en comprarme una camisa
ni la cara
que tengo a las siete al despertarme
o al buscar en el mapa Cochabamba
con lo mal que suelo andar de geografía.


La orfandad dominical
la inexistencia vespertina
lo igual
lo igual de igual que se han pasado
lentamente
estos
cien
días
ni frente a qué costa de hormigón
ni ante qué espejo
ni qué batalla ni qué huída
ni qué cielo.


Ella
simplemente sabe
dónde vamos a dormir.
Eso
tan importante.

5.04.2010

No es triste todo lo que reluce

Siempre me han dicho que lo que escribo es bastante triste. Vale, entiendo que no soy la alegría de la huerta, y que desde cierto punto de vista puede parecer exactamente eso, pero yo, egosubjetivacéntricamente hablando, opino que no es cierto. O no del todo.

Prefiero pensar que trato de ser irónico, aunque la diferencia quizá sea demasiado sutil. Lo que escribo es simplemente una esperanza. Una liberación. Realmente aún sueño con un mundo pequeño y amable en que mire a las cosas y éstas me devuelvan una mirada diferente. Aún creo en la paz. Aún creo en las palabras. Aún creo que se le puede dar otro significado al término victoria.

También diré que si que es cierto que le encuentro cierto puntito hermoso a la nostalgia, a la melancolía, a ese catacrack que a veces uno oye romperse en el pecho. Hay soledades duras y frías que gracias a las palabras no quedan tan tristes ni tan vacías. Gracias a ello uno puede darles un motivo, mirarlas y entender que pese a pequeño siempre hay un porqué para todo, aunque sea según las absurdas reglas de la existencia, la sociedad, y todos los derivados de la inagotable estupidez humana, aunque sea según un reglamento que no consideramos justo. Siempre hay un porqué. Si no lo vemos no es que no exista, sino que nos cerramos en banda para no entenderlo. Para no aceptarlo.

Más que llorar en vano
prefiero gritar en vano.

“No está mal, como plan si uno quiere ser feliz, intentar entender antes los posibles caminos de la tristeza. Es como conocer el movimiento de las serpientes, has de saber hacia dónde va a moverse si lo que quieres es cortarle la cabeza.” (Haid Qda Esho. Califa, Emir y artista, en general).

Arrullo

Entre las primeras escalas de valores
como de música recuerdo
en primer lugar las mañanas de sábado
mi madre la leche los peluches
el ordenador los bollos los balones
y la playa siempre
como un sueño
a lo largo de todos los veranos.


Me he comido la ilusión
me la he fumado
no culpo a las personas
que la encuentran detrás de cada esquina
supongo que tendremos
impresiones diferentes
en cuanto a la palabra derrota.


Son las ilusiones que la gente se hace del futuro
las pocas piedras
con que escriben los guiones de sí mismos
mientras no calculan que se rinden
cuadriculando porvenires
burocratizando mentes maravillosas
haciendo del mundo poco más
que una oficina.


Qué escala estos días qué valores
acaso atañe algo
dónde duerman ahora mis peluches
al fondo de qué portería inexistente
junto a qué red invisible
descansan ahora mis balones
cuál es el pozo del que brotan y medran
los fantasmas.
Al parecer
según lo que la vida nos enseña
todo importa más o menos tres cojones.


Sonrío. Relleno el vaso de leche
trasnocho pienso cojo frío
arrullando las cuatro cosas
que si bien no quitan de la muerte
me mantienen hoy caliente y vivo.