10.29.2007

Sol



Vi el sol desde la orilla. Lo miré
y allí estaba tan distinto.
¿Qué cuerpos de quienes conocí
en el suelo ya no sombras?
Aquellos que a tu espalda fueron,
que a tu espalda se quedaron,
los que no calientas ya y ya no te nombran.-

Tú, que eres la luz, no tienes alma,
que la calma tuya se ha tornado en callo
y te callas, cobarde, lo que alumbras
creyéndote perpetuo mientras ardes.

10.26.2007

Dedicatoria


Que nada
salvo tú
alivie este desorden.
Que siga mi ropa
almacenando humo y arrugas
en el respaldo de esa silla
en la que jamás me siento.

Que salvo tú
nada me quite de la siesta
ni de dejarme las luces encendidas,
ni de almacenar ojeras los domingos.
Que sigan sin cumplirse los horarios,
ni las fechas que envejecen ,
ni el segundo de bajarse de la parra.

Que nada alivie este desorden.

Salvo tú
que nada me quite del ombligo
ni de trasnochar viviendo de entelequias
ni de mi afición a la deshora por costumbre.
Que siga mi vela siendo libre
aunque de marejada la pinte y acentúe
si me temo desvanecer entre los días.

No quiero
que la isla a la que huyo tenga nombre,
sólo quiero verla bañada por el mar
mientras el sol no deja de ponerse
suspendido todo
en un atardecer interminable.

Es todo demasiado hermoso
como para que nada alivie este desorden.
Salvo tú.

10.18.2007

Una ventana

Cuando no
te importe tanto lo que miras,
sino cómo.

Cuando
según se va pasando el día te das cuenta
de que quizá no sepas todo
y aún sin pretenderlo te otorgues
una tregua.

Cuando el mundo se siga derrumbando
y tú te percates
y lo asumas
pero notes un cimiento en algún sitio.

Cuando todo esté igual
pero distinto y no te importe
trasnochar por acabar este poema
venciéndole al sueño y la semana

Cuando todo esto sucede
puede ser
que cobren verdad algunas cosas y que Dios
tras cerrar aquella puerta
dejó efectivamente abierta
una ventana.

10.10.2007

Invitación a la rutina



Mi recuerdo viene de antes
de cuando vivíamos en aquella casa estrecha
con patio interior y con portera,
con cuerdas de tender y transistores llenos de grasa
que gritaban desde las cocinas un boletín informativo,
o los resultados del fútbol.

Y es que en mi memoria
acostumbra a ser domingo.


Aquella ducha siempre fría a última hora
con olor a niño y a colegio de lunes
y esa mala conciencia en la mochila
donde junto a los libros descansaban
las tareas del viernes sin hacerse.

Recuerdo los domingos
con los mismos nervios de un viaje;
mi madre cociendo verduras con la luz apenas encendida
doblando calcetines y jerseys
con una abnegación que casi me entristece

Mi padre ordenando su papeles,
preparando las citas de mañana
cerrando con mimo aquel portafolios
tan usado
que no fue nuevo nunca.

Yo paseaba
del cepillo de dientes a mi cuarto
por entre la melancolía abstracta del pasillo
ésa que inundaba los rincones, la misma
que intuía de niño y que hoy conozco
a mitad por devoción y por azares.

No huelen los domingos como entonces
los tiempos cambian, o nosotros,
como cambió también el siglo y hasta el clima.

Sólo hay algunas cosas que mantienen su nombre
el mismo frío de la ducha,
el mismo miedo
con algunos apellidos y más años
y también el mismo perchero que en aquella casa estrecha
donde esperaban y aún lo hacen
las camisas planchadas de mi padre
igual que un resumen de toda la semana
o una invitación a la rutina.

10.01.2007

Reumáticas falanges

Por no dejar de lado vocaciones
y fomentar esta pasión que me va grande:
rehabilito reumáticas falanges
y ejercito famélicas canciones.

Suerte soy de verso a enredadera
ofreciéndole a mi muro soluciones
de ocres en otoño,
y excepciones,
si algún verde más por primavera.

Aprendo, pues, a cubrirme la fachada,
a ser perpetuo polvo en las migajas
de esta existencia gris, perecedera