4.08.2010

Epompeya

Hubo un estallido de volcanes
y una pausa
para que todo se llenara de ceniza.

Los aviones seguían despegando
las calles se quedaron más lentas
atestadas de estatuas de viandantes,
de gente inmortalizada como en roca
todavía con caras de sorpresa
ante un Vesubio postmoderno.

Mudo en un mundo que se acaba
o deseando ser el superviviente
de un accidente aéreo
sobrevolando los Andes,
soy autor también en este tiempo
de otros pensamientos extravagantes.

El canibalismo por ejemplo
los parasiempres, observar
los cambios de estación por el espejo
entre tu trópico y tu otoño de jerseyses
circundando la primavera en la que entro
con la posibilidad no tan lejana de entenderla.

No es triste esta ceniza
o la visión de toda la tierra devastada.
No si hay alguien
que más allá del horizonte sigue empeñado
en lanzar fuegos artificiales.

En cierto modo así se sobrevive
cuando amanecer
o atardecer no bastan.

3 comentarios:

Esteban dijo...

joder, hoy he estado releyendo las cosas que hay por aquí y me he topado con ésta.

Después de todo lo sucedido con la dichosa nube de ceniza puede pensarse que la idea brotó de allí, pero no. Lo cierto es que empecé a escribirla mucho antes y por motivos puramente metafóricos. De hecho creo que la colgué antes de todo el cristobendito este que se ha montado.

Con esto no quiero sino hacer hincapié en que aparte de un escelso poeta soy también un profeta o algo así. Es decir, que soy Nostradamus.

Creed en mí. Veneradme.

Esteban dijo...

Quise decir eXcelso

Ana Himes dijo...

En ello estamos... ;)
Ben
di
ta
ve
ne
ra
ción