4.15.2010

Bostezo

No me doy cuenta de que envejezco
envejezco sólo cuando me doy cuenta.
Me descalzo, me quito unas botas
marrones y viejas con algún quejido
ellas y yo. Yo y ellas
que alguna vez quisimos ser perfectos.
El cinturón, el abatimiento
con que caen los pantalones, derrotados
en el silencio de un viernes por la noche.
Luego mi cama, mi habitación de siempre
el humo de antes de dormirme, la ventana
de la casa de mis padres y esta serie
de filos nocturnos tachonados de sirenas
de policía y mareas
de coches y amaneceres que con poco éxito
intentan no ser tan parecidos.

Esta línea
que ya casi ni separa los días.

Estos tiempos
en los que la vida me tiene pensándote
justo antes de cerrar los ojos.

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