Olvidarte y
cortarme los dedos
no escribir un mensaje
no pensar que sea posible
acabar la tarde contigo
cubrir con eso todas
mis aspiraciones.
No pasar
por tantos sitios
que parecían menos
y menos hostiles,
los escaparates de las floristerías,
algún bar de una vez sólo
cuando tantas tardes frías
en las que no éramos tan viejos.
Los coches feos y blancos
con lluvia en las ventanas
y copas de ron por los asientos,
la última vez sin sospecharlo
de la parte de atrás de tu sangre
y tus caderas.
Es difícil.
Sólo es eso.
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