10.06.2008

Te tocas la tripa

Te tocas la tripa
cierras los ojos, sabes perfectamente
de qué color es el mundo.
Sabes de los agujeros,
de las caras que retornan
y de ese vacío sin respuesta
que suele incomodar las madrugadas.

Conoces un miedo diferente,
una soledad que crees única,
un dolor más allá que las personas.
Pero eso, pequeña, es sólo
porque para ti volar es otra cosa.

Por eso me gusta ver cómo te alejas
cómo te vas confundiendo entre la gente
y cómo, aun sabiendo de qué color es el mundo,
vas a cada paso
intentando pintarlo de otra forma.

11 comentarios:

Mirabel dijo...

¡Cómo me gustaría disponer de más tiempo!
Tiempo para aprender a pintar y a navegar por los agujeros negros sin perderme.
Tiempo para aprender todas las palabras mudas que completan los silencios.
Tiempo para detenerlo y haberlo compartido contigo.

Anónimo dijo...

Oye! qué lindo poema. Y más que lo he leído oyendo el tema final de El sueño del caracol.
Muy bonito, muy bonito!

Esteban dijo...

Hola ¬¬, qué tal estás? Se echaban de menos tus ¬¬ por aquí.

Gracias por lo que me dices, pero me he quedado un poco a medias con eso de EL sueño del caracol...aun pecando de inculto diré que no sé de qué se trata.

Gracias por pasarte y espero que en tu próxima visita tengas a bien darme referencias acerca de que se trata (película, disco...).

Espero que tu ánimo siga enderezado

¬¬

Anónimo dijo...

Yo no sé quién es Hilario, es tu nombre? ¿tienes ojeras? Yo sí, y además desde que leo tus poemas estoy engordando, me gusta darme con la sorpresa de un nuevo poema por la madrugada. El sueño del caracol lo vi aquí: http://www.youtube.com/watch?v=0iM1alyOR8w


Volveré por la madrugada que viene.

Esteban dijo...

Vaya corto más triste...
Seguro que el poema te gustó más porque mientras tanto escuchabas al gran Antonio Vega.

Engordan mis poesías?? ya lo siento ;)
A mi me gustaría poder poner algo nuevo cada día pero no soy capaz, me custa hasta que doy con unos cuantos versos que colgar aquí.

¿Hilario? Hilario es el tío que me escribe las poesías, sólo aparece una hora cada cierto tiempo y luego se queda dormido detrás de otro nombre. Yo me llamo Esteban, aunque me puedes llamar como te plazca. Yo tampoco sé quién es ¬¬ ¿eres tú?

Seas quien seas eres bienvenido/a cada madrugada que te apetezca venir.

saludos, buen día!!

Esteban dijo...

Ojeras...sí que gasto

Anónimo dijo...

21 marzo 2007
La casa

Acabo de pasar bajo la casa.
Desde hace un par de meses ya me atrevo
a mirar a la ventana donde un día
tuvimos abrazos desnudos,
cigarros compartidos
y tácitas promesas en el aire, que decían
que allí donde tú estuvieras, estarían por venir,
por andar o desandar,
por hacer todas las cosas.

Y es también desde hace un par de meses
que veo las luces apagadas, las cortinas
siempre igual, tras los párpados a medio echar de las persianas.
Yo vuelvo la cabeza
sigo mi camino y me pregunto dónde estarás,
dónde te metes, dónde duermes
cuando no duermes en tu cama,
dónde te has marchado y con quién para olvidarme,
para dejar viuda la casa que nos viera crecer juntos,
que juntos planeamos,
aquella que pintamos de voces y de besos esas tardes
en que el mundo, que seguía tan vasto y tan ajeno,
era pequeño y nuestro sin embargo.

Hoy, al volver la cabeza y seguir mi camino
me dio pena ver la casa tan a oscuras.
Me dio pena acordarme de los libros que nos acompañaban
callados desde las estanterías, me dio pena
recordar aquella especie de poesías que de madrugada
te dejaba al marcharme en la mesilla
por no atreverme ni siquiera a despertarte.
Parece que fue ayer cuando dormías
como la arena imposible de una playa, bajo un mar de sábanas azules,
o como esa niña
tranquila y boquiabierta que aún no entiende
que si bien mañana es pronto todavía, llegará sin duda un día
en el que haya por fin que despertarse.

Yo te miraba
fumando un cigarrito en el alféizar
con Madrid ronroneando al otro lado,
y pensaba dónde miraría
cuando no pudiera velar tan a tu orilla,
cuando tu ceguera dejara ya de ser excusa
y alcanzaras a ver que bajo el matiz que sólo tú me dabas
no había más
que otro vulgar gris como cualquiera.

Ahora ya sé que cada día voy
con esta locura
a pasar por tu ventana y dejarte
este poema en la mesilla.
Qué pena que al final nunca me atreva,
y no es ya por no encontrarte
sino por ver siempre nuestra casa
tan sola y tan a oscuras.


Ves?, me he dado con la sorpresa de otro poema. Y esta ves con:
http://www.goear.com/listen.
php?v=028489d

Esteban dijo...

Hola ¬¬. Y yo me pregunto ¿qué nombre recibe este símbolo ¬¬? No es un guión, ni una barra... me pregunto qué nombre tendrá. ¿Lo sabes tú?
Por cierto, el último link que me dejaste no me lleva a ninguna parte, mira a ver si me lo puedes poner otra vez, que me pica la curiosidad.

Con respecto a esa poesía, podría decir que es una de las poesías IMPORTANTES que para mí hay en este blog. Las quiero a todas sean mejores o peores, pero ésta entra dentro de las cinco que más sensaciones me evocan al leerla.

Últimamente, por varias y diversas circunstancias, he recordado muchas veces esa casa...que ya no existe.

Qué tal las ojeras ¬¬?
Gracias por tu atención.
Saludos.

Anónimo dijo...

El tema lo oí en el otro blog que vi en tu perfil, con nombre el mercado. Es la canción de Serrat, la que pinchas dentro del rectángulo blanco. Y veo que ese otro blog es casa de algunos otros también; he dado largos paseos por los blogs de una de esas otras personas.
Y con esto me despido de las lecturas por aquí; del trabajo
me mandan a una zona sin mucha red; y sobre la imagen ¬¬
pues sólo se contarte que era la expresión que vi en una mujer hace ya varios meses, la anécdota es que la mujer de la mueca ¬¬
fue la causa para que me trasladaran de una zona convulsionada a una sin medicamentos siquiera. Hasta hace un par de horas, ella creía haberme causado una gran cólera por el cambio de zona, pero antes de partir me acerqué a despedirme y agradecerle por haber sido el eslabón a mi nueva labor. Es así como ¬¬ se volvió las letras para escribirte de lo que iba leyendo.

Adiós y gracias por las horas de lectura que me has proporcionado.
Ana.

Esteban dijo...

Hola Ana, me encanta poder llamarte de otra forma, aunque por aquí siempre te recordaré primero como ¬¬.

Gracias por satisfacer mi curiosidad en cuanto a lo del símbolo; pero se me abren muchas otras curiosidades después del fragmento de historia que me has dejado aquí.

Espero que cuando vuelvas a tener acceso te pases de nuevo por aquí y me cuentes cómo van las cosas.

Gracias por tu compañía de este tiempo.

Un fuerte abrazo

Anónimo dijo...

De ¬¬ y los cuatro chicos:

Cuatro niños se han sumado a las visitas por este tu espacio, te envían todos los abrazos desde Namibia al Sur de África; donde estoy actualmente. Lo que alegra de esto que has llamado 'mi historia', es que el ordenador desde el que ahora te leemos, es uno que he conseguido en canje (por un año de trabajo, dicen)
pero estoy feliz, porque ahora los niños por los que he venido con vacunas, medicinas y demás,
ahora tienen también una ventana al mundo.
Y así, es como estamos volviendo por aquí, con el poema:

Aunque no te encuentre

Voy a verte y voy
como el que corre huyendo del silencio
del tronar atroz del péndulo
de este martes
con su tarde insoportable

Voy a verte y voy
feliz
en metro
olvidando por un rato
mi rabia atalentada
mi verso irresoluble
mi mano infructuosa
mi soledad cetrina

Voy a verte y el vagón
que es el de siempre
se vacía un poquito de rutina
y se llena de visiones más hermosas
La dorada estación es de repente
un cuadro impresionista en la ventana
el papel es una playa virgen
seguramente gaditana
y el tiempo es solamente
un matiz que tiene
escasa relevancia

Como dijo el otro suele ser
mejor que llegar
pensar que se va llegando
porque hoy
que yo iba a verte
al llegar a tu estación he despertado
se ha vuelto surrealista la ventana
ha tornado el martes metro a metro
y he vuelto a reprender a este caballo
que sólo sabe llevarme hasta tu puerta.

Hoy no tengo el alma para golpes
pero me toma muy bien este placebo
de hablar sueco cuando duele
Así pues vuelvo al papel y sus arenas
cuando cierro los ojos y recuerdo
que hoy voy a verte
aunque ahora vaya
con un nudo en el pecho
y una blasfemia en la garganta
1 comentarios
Etiquetas: Escrita en 2006


Posdata: Sari, el más reilón de todos, me dice que la ves que se enamore también tomaría el tren para ir en busca de la que ama.
Y yo le he dicho: sólo que acá te montarías a un elefante jajaja.


Hasta prontos poemas.