9.18.2010

I

Antes que escribiendo, envidiando
no ser García Montero, Benedetti,
estiro hasta aquí la madrugada
que por hábito me tiene trasnochando
derrotado en la guerra que mantengo
sobre el filo de la última calada.


Me voy a ir construyendo de retales
pensaré qué sonrisa para el jueves
qué caída de ojos el domingo
qué puntas de lanza intercostales
trataré de ocultar bajo el abrigo.
Qué alero de soledad cuando amanece.


Así que me quedo escuchando la tormenta
que miramos alejados pero juntos
mientras el mundo se vuelve innecesario.


Que un rayo parta en dos la tierra
y a nosotros nos confunda con el humo
sin certeza de dirección, pero volando.

1 comentario:

Ana Himes dijo...

Precioso!
Me encanta pasar a leerte, es como una especie de evasión a un lugar mágico en el que los sentimientos brotan con tal sinceridad que traspasa cualquier pantalla.
Nunca dejes de escucharte, nunca dejes de transcribir esos pensamientos y, por favor, nunca nos dejes huérfanos de tus versos...

Un abrazo!