6.02.2008

Gran vía


Como Antonio López
pintando las calles vacías
las casas fantasmales con voces de muertos
gritándole a un mundo que ya ha sido
allá cuando el futuro
se podía palpar bajo la almohada.

Es una mañana fría,
sin murmullo,
un exilio en masa del que sólo
sobreviven las luces de neón, los carteles
con anuncios, las rayas en la calzada
y esos horribles relojes que siguen
señalando obstinadamente el tiempo.

Este esqueleto de ciudad de cada día,
las aceras iluminadas y obscenas,
desnudas de carne, esas negras bocas
hacia un metro que circula vacío,
sin parar en los andenes,
como un segundero voraz, como una tenia,
entre las entrañas de esta ciudad
y de la tierra.

Pero esto es un sueño
mañana amanece y las aceras
se habitarán otra vez de gente.
O tal vez no.

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