6.02.2008

Estatuas

Terminé de roer los pedestales,
los limé, los hundí, los llené
de goma2. Odio todas las estatuas
de zoquetes y vírgenes vestales
sin sueños, ni latidos, ni carné.

Los labios de bronce del guerrero,
el pecho gastado de Julieta
con Romeo sin subir por los balcones.
Hasta las pelotas del caballo de Espartero
han quedado impotentes y obsoletas.

Ni la Cibeles, de blanco y con bufanda
desempaña el nihilismo de la piedra
que peca de vacuo e indolente.
No cambio el mármol frío de Carrara
por mis diosas que han nacido en los ochenta.

Laoconte ya no es nadie sin serpiente
con los nudillos grabados en la frente
cavila un Pensador exasperante.

La Piedad tiene un abrazo diferente
si me agarro a este mundo con los dientes
para que no me lleve la vida por delante

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