2.22.2008

Notas al pie

Cuando sea viejo no tendré memoria
la que no me haya fumado para entonces
será un fotograma infinito en movimiento
como la incapacidad de concretar qué sentimiento
fue, y cómo, y cuál su historia.

Cuando sea viejo
recordaré sólo un par de rostros
les cambiaré el nombre como hacen las abuelas
y guardaré alguna cicatriz
que no recordaré de dónde
ni por qué ya no me duele.

No sabré decir cuántas camas fueron
ni cuántos distintos trayectos
ni cuántas estaciones.
Habrá cientos de casas que serán la misma,
la misma chica sin cara
la misma sensación de domingo amaneciendo
bajo un cielo borroso que no aclara
ni qué mes pasa
ni qué año.

No recordaré
tu bendito techo de madera,
tu contraluz
con la carne todavía de gallina,
ni tu ventana diferente
llena de nubes o de estrellas
y de reflejos tumbados de nosotros
lo suficientemente cerca
para según qué cosas.

Pero hoy
que no soy viejo todavía
dejo esta nota a pie de página
para recordar que alguna vez
tendiste tu mano sobre la mía, y que aquélla
fue una dulce forma de poder con el invierno
y con las velas
y con las soledades
después de haber andado a ciegas tanto tiempo.

2 comentarios:

Lu dijo...

Érase una vez una niña que estaba en un jardín, un jardín bonito pero completamente cerrado al exterior por una muralla y la niña estaba sola. No me preguntes cómo la niña había llegado a este jardín, quién solía cuidarla y quién le daba de comer. No lo sé. Estaba ahí y se sentía sola... Pero en alguna parte, pensó, deberá haber una puerta en la muralla. Despacio, pasó a lo largo de la muralla tentando las piedras, pero no logró encontrar hendidura ni fisura alguna. Dio golpecitos en la muralla, hasta que una piedrecita se calló, dejando entrar por el agujero, una luz diferente, y con sus manitas fue abriendo el hueco un poco más hasta que consiguió colarse al otro lado de la muralla donde le esperaba un mundo nuevo, de colores y formas diferentes, quería explorarlo entero, sabía que al otro lado también podía haber peligros pero ella sabía que contaba con todos sus recursos para afrontarlos, era vulnerable pero no débil. Nada le obligaba a seguir adelante, nada que fuera su propio deseo de hacerlo....

ANA HIMES dijo...

Joder, qué bien escribes, no?
Vamos, a mí por lo menos me has traspasado haciendo imaginar cada escena que relatas de ese presente-futuro que se transformará en un pasado obnubilado y opaco.

El descubriemiento de tu blog ha sido la alegría del día!
Saludos