10.26.2007

Dedicatoria


Que nada
salvo tú
alivie este desorden.
Que siga mi ropa
almacenando humo y arrugas
en el respaldo de esa silla
en la que jamás me siento.

Que salvo tú
nada me quite de la siesta
ni de dejarme las luces encendidas,
ni de almacenar ojeras los domingos.
Que sigan sin cumplirse los horarios,
ni las fechas que envejecen ,
ni el segundo de bajarse de la parra.

Que nada alivie este desorden.

Salvo tú
que nada me quite del ombligo
ni de trasnochar viviendo de entelequias
ni de mi afición a la deshora por costumbre.
Que siga mi vela siendo libre
aunque de marejada la pinte y acentúe
si me temo desvanecer entre los días.

No quiero
que la isla a la que huyo tenga nombre,
sólo quiero verla bañada por el mar
mientras el sol no deja de ponerse
suspendido todo
en un atardecer interminable.

Es todo demasiado hermoso
como para que nada alivie este desorden.
Salvo tú.

1 comentario:

tete dijo...

Dicen que el amor hace de un amante un poeta. He dedicado demasiados poemas deshilachados y doloridos a amantes que no los han merecido. Ni leído. Ahora, esta época de mi vida, me sorprende con un amor tranquilo que me da sosiego y pasión. Sin hacerme daño ni volverme del revés.
Por eso me apropio leer tu poema y pensar en él.
Mi tú :)
Besotes, Esteban!!!