9.21.2007

Resaca

Amaneció y tardé mucho en acordarme de su nombre.
Dormía a mi lado aún cuando el domingo
se dejaba ver a través de la ventana y no sabía
que en aquella habitación y aquella cama
seguía siendo sábado y de noche.

Su piel, de día, era ya sólo piel a medias;
idem los ojos, el pelo corto y liso,
los iris verdes que me miraban
preguntándose por qué yo ya no sonreía.

Maldita sea la luz de los domingos
que precede a la de toda la semana,
el dolor de cabeza al despertarme,
su ropa y la mía por el suelo, ahora visible,
esparcida igual
que los tablones de un barco naufragado.

Lástima que Moratalaz siga sin playa
y el suelo de su piso quede lejos de ser cualquier arena;
así no hay quien soporte los naufragios.

Me voy a casa le dije,
se hace tarde,
mañana será lunes todo el día,
yo volveré a mi búsqueda y mi sombra, y tú...
tú ya no serás nada.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Esteban, muchas veces paso por aki porque me gusta tu poesía. El continente por muy bello que lo hagas, nunca será tan importante como el contenido para alguien como yo, por eso, tus poemas nunca serán malos a mis ojos.

Algo había en esta poesía que me ha animado a saludarte y de paso a asegurarte que hay gente en esta vida que nunca olvidará los poemas de Hilario.

Un abrazo muy fuerte.
Lorena.

Pilar dijo...

Cierto, habías vuelto a escribir. Me paso demasiado poco por aquí, pero que quieres, si cada vez que leo algo tuyo me remueves el interior.

Como me alegro de haber compartido contigo dos clases en la facultad. En fin, siempre que entro aquí me pongo sentimental, no sé por qué.

Sigue escribiendo, porque me encanta leerte.

Besos