5.12.2007

Como en el cine


Todo a contraluz.
Veo las formas, las siluetas,
distingo los contornos y evalúo
las líneas que delimitan las figuras.


Si la tarde es clara
puedo intuir incluso los cuerpos,
el molde del que salieron, las pieles,
los olores que llevan tatuados como un índice
o una bibliografía.


Me invento las vidas de los otros,
les trazo la derrota que yo quiero,
les imagino un pasado y un futuro,
gente a la que conocieron, lugares a los que viajaron,
veranos de hace mucho, fotos en la Alhambra,
cervezas, risas, besos y también
alguna lágrima.


No escucho las historias de los labios
pero imagino qué les hizo hablar,
decirme en este espacio y este tiempo exactamente
la palabra que me dicen,
por qué abandonaron su prudencia,
qué bueno y malo conocieron
para sonreír precisamente en este instante.
Si pronunciaron algún no cuando debían,
si se atrevieron a ser alma en vez de rojos,
si tuvieron ocasión de estar cerrados y quizá
de ser felices.


Mi contraluz me ofrece una certeza de existencia
como la de aquél que está en la primera fila de algún cine.

Por favor,
que alguien se apiade
y me traiga palomitas.

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